A partir de 1928 Stalin abandonó los postulados de la NEP e impuso una nueva forma de dirigir la economía: la planificación y la centralización.
El Estado controlaría a partir de entonces toda la actividad y establecería las directrices a seguir, tanto en el sector industrial como en el agrícola.
La actividad económica se proyectó en períodos de 5 años, denominados “Planes Quinquenales”. De 1928 a 1941 hubo tres planes, el último de los cuales quedó interrumpido por la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la contienda los planes quinquenales volvieron a retomarse.
El objetivo de los planes quinquenales era librar a Rusia del atraso económico, dotarla de un fuerte potencial industrial y hacerla agrícola y militarmente autosuficiente.
Los medios para conseguirlo fueron la socialización de la industria, la colectivización de los campos y el control de la distribución de la producción.
La planificación afectó a todos los campos de la economía: inversión, producción, consumo, salarios y precios. Dejó de lado cualquier tipo de autogestión de los obreros y las empresas.
Se suprimió el sistema mixto de propiedad estatal y privada y se volvió al dirigismo estatal de las fases iniciales de la revolución.
Para ello fue prioritario eliminar los principios de la NEP, lo que socialmente se tradujo en la destrucción de las clases sociales que habían prosperado bajo su cobertura, especialmente la de los kulaks.
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