Por una parte está el medio natural. Donde el relieve posee una elevada altitud media y abundantes pendientes, que facilitan la erosión y dificultan la mecanización. También está el clima, caracterizado en buena parte del territorio con precipitaciones escasas e irregulares. Y finalmente los suelos que son de calidad mediocre.
Por otra parte tenemos una estructura agraria que se divide en tradicional (mano de obra numerosa) o actual (apoyada con las nuevas tecnologías). Referente a la población es una población activa escasa y envejecida (más del 50% de los agricultores tienen más de 50 años), con una distribución desigual de la propiedad y escasa aportación a la riqueza nacional a causa del éxodo rural de los años 60. La tendencia demográfica apunta a una continuación del descenso demográfico y del envejecimiento en las áreas rurales más desfavorecidas y una cierta recuperación y rejuvenecimiento de las áreas rurales más dinámicas.
Resaltar también las explotaciones agraria y sus transformaciones. El espacio agrario se organiza en parcelas y explotaciones agrarias. Las transformaciones recientes han afectado a su tamaño físico y al régimen de tenencia.
Finalmente debemos hablar de las política agraria en España que experimentó una enorme transformación tras la entrada en la comunidad europea y la consiguiente adopción de la Política Agraria Comunitaria.
En referencia a los problemas de la actividad agraria. En la actividad, el mundo rural padecen diversos problemas demográficos (envejecimiento y baja cualificación de la mano de obra) , económicos (exigencias de seguridad y sanidad, dependencia de la industria agraria) , sociales (calidad de vida) y medioambientales (reducción de la biodiversidad
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