El paisaje agrario se localiza en una zona de montaña, concretamente en los Picos de Europa, Asturias.
El medio físico presenta un relieve en pendiente, cuyas formas escarpadas se deben a la acción glaciar. La vegetación se escalona en función de la altitud: en las zonas más bajas se localiza el bosque caducifolio (roble, haya), que en las áreas más próximas al valle ha sido roturado y transformado en prados. Por encima del bosque, donde el frío impide el crecimiento de los árboles, se suceden los matorrales, los prados de altura y las plantas rupícolas.
El clima de montaña se caracteriza por precipitaciones abundantes, que en invierno caen frecuentemente en forma de nieve, y temperaturas frías en invierno y frescas en verano.
El espacio agrario se organiza en parcelas ocupadas por pastos y bosques, que son de pequeño tamaño y forma irregular.
Los usos agrarios del suelo predominantes en este paisaje son el ganadero y el forestal.
Además es frecuente la existencia de pequeños huertos junto a las casas, que proporcionan hortalizas y algunas frutas.
El poblamiento se concentra en una aldea, localizada en el fondo del valle.
En este paisaje pueden adivinarse algunos problemas. Entre ellos, la baja densidad de población y los limitados equipamientos. Por eso, estas zonas suelen estar sometidas a una fuerte emigración. Para paliar este problema, la nueva política de desarrollo rural de la Unión Europea incrementa los fondos destinados al desarrollo rural, que incluyen ayudas económicas a la población y fondos para diversificar las actividades económicas. Entre las diversas opciones, se encuentra el fomento del turismo, aprovechando la belleza paisajística del lugar y sus posibilidades para practicar actividades como el excursionismo,
el ecoturismo, el agroturismo, etc.
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