El Crack de la Bolsa de Nueva York de octubre de 1929 inauguró una etapa marcada por una profunda recesión que se extendió a lo largo de la de la década de los Treinta y que tuvo serias repercusiones no sólo en el ámbito económico, sino también en el social y político. Supuso un importante bache en la producción, desajustes en el mercado laboral y contribuyó a la exaltación del ultranacionalismo y autoritarismo fascistas.
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