En el último tercio del siglo XIX los transportes experimentaron un gran desarrollo en Europa y América del Norte. Las redes ferroviarias estaban concluidas en muchos países hacia 1870, se había invertido mucho dinero pero gracias a estas redes la producción crecería y se multiplicarían los intercambios comerciales.
La navegación a vela fue sustituida por el vapor, lo que aumentaba la velocidad de los transportes; a esto hemos de añadir la apertura de nuevas rutas (Canal de Suez en 1869 y de Panamá en 1914) que acortaron distancias e incidieron directamente en un abaratamiento de los costes de los productos.
Por último la aparición del automóvil y de la aviación trajo consigo una auténtica revolución económica, fue preciso aumentar la producción siderúrgica y mejorar el trazado de carreteras, ello requirió un gran esfuerzo inversor y a la larga se aceleró el desarrollo económico.
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